La situación del llamado «Narco Estado» ha sido objeto de constante acusación a lo largo del tiempo, con la cocaína como el epicentro del problema. Resulta sorprendente cómo las acusaciones en su contra salen a la luz con rapidez y se someten a rigurosas investigaciones, mientras que numerosas declaraciones de diputados, tanto de la oposición como del oficialismo, cargadas de acusaciones falsas, parecen pasar desapercibidas.
Es evidente que el Ministerio de Comunicación está cumpliendo eficazmente su labor y ha establecido alianzas estratégicas para respaldar su causa. No obstante, es fundamental reconocer que nuestra nación está enfrentando un desafío que va más allá de las acusaciones puntuales. Tenemos un gobierno que, en ocasiones, muestra un desempeño mediocre, y lamentablemente, la oposición no se queda atrás en términos de mediocridad.
Es vital para el bienestar de nuestra sociedad que las discusiones políticas se basen en hechos verificables y se promueva un nivel más alto de responsabilidad y ética por parte de todos los actores políticos. De lo contrario, corremos el riesgo de quedar atrapados en un ciclo interminable de acusaciones sin fundamento y distracciones, en lugar de abordar los problemas reales que enfrentamos como nación.
